El Lento Desvanecimiento: Huellas, Conversaciones y Políticas de la Localización

Con este texto, Dra. Riánsares Lozano de la Pola (Investigadora en el Instituto de Investigaciones Estéticas-UNAM, Ciudad de México) responde a las presentaciones y a la conversación posterior que tuvieron lugar en la serie de seminarios C-MAP de 2021, Transversal Orientations (Orientaciones transversales). Generando posibilidades para diálogos futuros, Lozano de la Pola reflexiona sobre Politics of Position (La política de la posición), la cuarta y última mesa de la serie de seminarios, realizada en junio de 2021 como un intercambio virtual entre Jeannine Tang, Jaanus Samma, e Irmgard Emmelhainz. 

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El lento desvanecimiento de los absolutos de la Historia, según las historias de los pueblos inermes y dominados, a menudo en vías, sin más, de desaparición, pero que no obstante irrumpieron en nuestro teatro común, acabaron por coincidir y contribuyeron a cambiar la mismísima representación que nos hacemos de la Historia y su sistema.

Édouard glissant1Édouard Glissant, Tratado del Todo-Mundo (Barcelona: El Cobre, 2006), 20. Destacados en el original.

1—Políticas de la localización: pensar situadamente

Pensar situadamente. Desde los movimientos telúricos. Bordar otra historia nacional. Cuestionar la lógica moderna. Pensar situadamente. Producir prácticas diaspóricas. Torcer la historia. Generar nuevas realidades para el duelo. Sobrevivir el orden necropolítico.

Pensar situadamente es hacerlo desde un lugar específico, desde cuerpos concretos —aunque no necesariamente estables— atravesados por sus marcas, conformados a través de sus experiencias. Pensar situadamente, dice Ileana Diéguez, es reconocer la condición de experiencia en la producción de cualquier práctica.2Ileana Diéguez, “Interpelando al ‘caballo académico’: por una práctica afectiva y emplazada,” Nómadas 50 (2019): 113.

Pensar situadamente implica hablar de posición y toda posición conlleva, además, un lugar con respecto al resto, un lugar en relación a los demás. Ocupar una posición es un asunto tan espacial como político.

Jeannine Tang, Jaanus Samma e Irmgard Emmelhainz fueron los tres invitados que participaron en “Politics of Position”, la última sesión del seminario Transversal Orientations, organizado en junio de 2021 por el programa de investigación Contemporary and Modern Art Perspectives (C-MAP). La propuesta partió de la presentación del transversalismo como una especie de “tercer espacio”, un concepto que, como herramienta expansora, busca sobrepasar los límites de lo visible, de lo decible, de lo consabido. En este último panel, los invitados presentaron diferentes prácticas artísticas producidas en sus contextos locales o regionales: el sureste asiático, la región báltica de Europa y América Latina, respectivamente. De este modo, acompañados por los trabajos de Irwan Ahmett y Tita Salina, las producciones del propio Jaanus Samma y algunas obras de Teresa Margolles, Doris Salcedo o Santiago Sierra, los tres invitados respondieron a las preguntas formuladas por Inés Katzenstein3Inés Katzenstein es directora del Instituto de Investigación Patricia Phelps de Cisneros para el Estudio del Arte de América Latina y curadora del Departamento de Drawings and Prints del MoMA. como apertura de la mesa: ¿cómo cuestionar la autonombrada y performada centralidad del norte?, ¿cómo dar cabida a diferentes tradiciones, diferentes modos de narrar historias del arte?, ¿cómo crear una historia del arte expandida?

Lo que sigue es un relato parcial, un modo de dar cuenta del diálogo generado por estas tres contribuciones. Para ello nos detendremos en dos momentos clave: las huellas y las conversaciones.

2—Huellas: ¿puede una huella ser solo una huella?

La huella es forma opaca del aprendizaje de la rama y el viento: ser uno mismo pero derivado a otro […] Es el errabundo y violento derrotero del pensamiento compartido.

Édouard glissant4Glissant, Tratado del Todo-Mundo, 23.

¿Puede una huella ser solo una huella en contextos locales? Con esta pregunta, Madeline Murphy Turner5Madeline Murphy Turner es becaria del programa C-MAP para América Latina/Instituto Cisneros en MoMA. abría el diálogo que siguió las presentaciones individuales de Tang, Samma y Emmelhainz.

La pregunta, a partir de esta imagen que también es metáfora, encerraba —condensaba— algunos de los aspectos tratados en las tres intervenciones: los proyectos de larga duración, lo inestable, el estado intermedio, la traza, la lectura política del rastro, las políticas de la localización, la falsa dicotomía centro/periferia establecida por la Historia absoluta que, en el mejor de los casos, se deja acompañar por esas otras historias presentadas como radicales en su contexualidad periférica. ¿Acaso puede una historia no ser siempre (radicalmente) local? ¿Hay contextos no situados? ¿Hay posiciones no políticas? ¿Puede una huella ser solo una huella?

La huella es, según el autor martiniqués Édouard Glissant, ese trazo que nos coloca a todos —sin importar nuestra procedencia— en el terreno de la Relación.6La categoría de la Relación, central en el pensamiento de Édouard Glissant, es una herramienta capital para leer el mundo contemporáneo desde el Caribe. Al presentar el mundo como Relación, como estructura rizomática, errante —que se apoya además en la mecánica de la traza, en el pensamiento de la huella— Glissant propone una lectura del mundo cohabitado, frente a la idea engañosa del Uno. Véase: Édouard Glissant, Poétique de la Relation: Poétique III (París: Gallimard, 1990). Pero para algunos, para aquellos que ocupan “la cara oculta de la tierra”, la huella es, además, el lugar de la supervivencia: “La huella va por la tierra, que nunca volverá a ser territorio”:7Glissant, Tratado del Todo-Mundo, 23. la huella se despega de la pertenencia.

En este mundo de muerte que define el contexto social, político y económico de nuestras propias vidas —especialmente las de aquellos que habitan los sures globales, atravesados además por las marcas de la racialización, de la pobreza, por las marcas de género y sexuales—; en estos contextos, tan situados como conectados, las prácticas artísticas —ciertas prácticas artísticas— tienen, como vimos en las presentaciones, una doble capacidad.

Por un lado, sirven para despegar. Para despegarse de las identidades nacionales originales y desafiar, entre otras, las leyes punitivas migratorias. Como en Name Laundering, la performance en la que Irwan Ahmett recitó ocho maneras de transpasar las fronteras de Singapur sin tener que rendir cuentas a la autoridad migratoria. Sirven para despegarse del espectáculo de imágenes violentas puestas al servicio del poder necropolítico: como en Fragmentos, el contra-monumento con el que Doris Salcedo funde la materialidad del conflicto armado colombiano a partir de las armas entregadas por las FARC. Para despegarse de las historias nacionales, de sus héroes, de sus archivos y sus códigos penales, y visibilizar entonces —desde el presente— las vidas homosexuales en la Estonia soviética: como en la exhibición Not Suitable for Work: A Chairman’s Tale de Jaanus Samma.

Por otro lado, este tipo de trabajos que comunican los terrenos del arte con el de la lucha política tienen, además, la capacidad de hacer aparecer.

Jaanus Samma. 3.50 roubles. 2015. Pigmento impreso, 120 x 92 cm. De la exposición NSFW. A Chairman’s Tale, Pabellón de Estonia, 56a Bienal de Venezia. Cortesía del artista and Temnikova & Kasela Gallery.

En uno de los capítulos más conocidos de La condición humana, Hannah Arendt relaciona los “espacios de aparición” (fundados sobre la agrupación activa y discursiva) con las posibilidades y potencias del “poder”. Frente a la connotación negativa que este término adquirió en los estudios críticos de la segunda mitad del siglo xx, el “poder” en Arendt es una herramienta de acción opuesta a ese otro elemento que ella denomina “fuerza”. La única limitación para que el poder se dé, para que la “aparición” tenga lugar, es la existencia de otras personas, en su igualdad y su diferencia; la pluralidad, como la huella, es el punto de partida.8Hannah Arendt, La condición humana (Barcelona: Paidós, 2005), 227. En este terreno, el dolor propio se transforma en una experiencia colectiva y poderosa, atravesada por múltiples temporalidades, situada en diferentes espacios: el encuentro entre la historia colonial, las luchas políticas y la crisis ecológica en Indonesia; las grietas de la Modernidad como proyecto incompleto en México; la historia de la sexualidad en la Unión Soviética.

Sabemos además que las huellas, los rastros, son en sí mismas posibilidad de presencia y, con ello, apertura de conversación. En su penúltima novela, Autobiografía del algodón, la escritora mexicana Cristina Rivera Garza vuelve sobre los pasos del escritor mexicano y activista José Revueltas para, con él, explicar que las huellas de otros son siempre huellas habitadas9Rivera Garza explica que Las huellas habitadas era el título con el que José Revueltas nombró el manuscrito fechado en 1942 (todavía en su versión de primer borrador) que finalmente se convertiría en la conocida novela El luto humano, publicada en 1943. y que las prácticas artísticas (la escritura, en este caso) permiten regresar a ellas, las hacen de nuevo visibles, las aparecen en toda su materialidad: “nos dejan pisarlas. Recorrerlas”. Las huellas Revueltas “abren la posibilidad de la habitación y, aún más, de la cohabitación”.10Cristina Rivera Garza, Autobiografía del algodón (Ciudad de México: Random House, 2020), 92.

Las huellas de Revueltas nos recuerdan, como Glissant y Rivera Garza, que todo vestigio es siempre el rastro acogedor que señala nuestro paso, nuestra posición errante en esta conversación. No resulta sorprendente entonces que, en español, habitación y conversación sean dos palabras ligadas semánticamente11Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra “conversación”, en una cuarta acepción hoy en desuso en esta lengua, es también sinónimo de “habitación o morada”.; aunque ese nudo, esa liga, esté hoy carcomida por el desuso.

3—Conversaciones: desplegar la experiencia

La alternativa al relativismo son los conocimientos parciales, localizables y críticos, que admiten la posibilidad de conexiones llamadas solidaridad en la política y conversaciones compartidas en la epistemología.

Donna Haraway12Donna Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza (Madrid: Cátedra, 1995), 329.

Para que una conversación suceda necesitamos, al menos, contar con un espacio de interés, de “entre seres”, como diría Hannah Arendt.13Hannah Arendt, La condición humana (Barcelona: Paidós, 2005), 211. Frente al sentido unívoco del relato absoluto (monolingüe, monocromático), la conversación supone el cruce de —al menos— dos voces diferenciadas; un diálogo que, hasta el infinito, podrá complicarse con acentos, tonos, timbres y colores.

Tita Salina. 1001st Island: The Most Sustainable Island in Archipelago. 2015. Del proyecto The Ring of Fire de Irwan Ahmett y Tita Salina (2014-2024). Cortesía de lxs artistas.

Si, además, la conversación se extiende por más de una década, como el proyecto The Ring of Fire14Este es el nombre del proyecto, de largo aliento, comenzado en 2014 por Irwan Ahmett y Tita Salina, y extendido hasta la actualidad., y tiene la lentitud como premisa, como método de investigación, ésta se convierte en una auténtica revolución: una herramienta que desvanece la premura voraz del capital y sus fuerzas extractivistas. Permitir la conversación desde esta práctica en la que estratégicamente Salina y Ahmett se sitúan entre el arte y el activismo es, según apunta Jeannine Tang, un gesto de respeto, una muestra de la voluntad de colaboración (entre los artistas y el resto de los actores locales) que tiene como resultado la producción de materiales no espectaculares: historias comunes, experiencias desplegadas.

Poner la conversación en el centro, partir de la conversación para volver a ella, una y otra vez, utilizarla como método de investigación, parece una herramienta común en las prácticas artísticas compartidas durante las tres intervenciones; un elemento quizá característico de las políticas de la localización.

Teresa Margolles. Sin título. 2006. Seis bancos de concreto, agua utilizado para lavar los cadáveres. Jardín Botánico Culiacán, México. Cortesía de la artista y James Cohan Gallery.

En México, hace más de una década, Teresa Margolles utilizaba cemento blanco para construir unas bancas que fraguaban gracias a la mezcla del agua destilada después de lavar cuerpos de personas asesinadas. Las bancas, que contenían el horror compartido por los habitantes de Culiacán, de Ciudad Juárez y de otros tantos lugares asediados por la violencia, en México y en el mundo, invitaban a los visitantes de diferentes espacios públicos a tomar asiento y, con ello, generar un espacio apto para el diálogo. Un diálogo con la vida (o desde ella) fundado, una vez más, sobre el peso de la huella de las personas que ya no están. Una plática con la que se inauguran, según argumentó Irmgard Emmelhainz, nuevas realidades para el duelo.

La conversación también está contenida en los bordados con los que Jaanus Samma, en colaboración con otros artistas textiles, interviene ropa interior masculina a partir de la reescritura de patrones decorativos tradicionales. La revisión colectiva de la tradición se pone, de este modo, al servicio de la fabulación queer en su serie Pattern: un gesto torcido elaborado por varias manos; una historia (queer) que pudo haber existido.

Jaanus Samma. Showcase with coifs and jockstraps. Vista de instalación de Pattern, Tartu Art House. 2021. Cortesía del artista y Temnikova & Kasela gallery. Fotografía por Marje Eelma.

Conclusiones transversales

Reconocer la raíz plural de nuestra habitación, asumir nuestra condición de huéspedes en un mundo radicalmente compartido implica, sobre todo, estar al tanto, vivir en un continuo estado de alerta acerca de los lazos que se tienden de ser humano a ser humano, y los lazos que van del ser humano al ser animal, al ser planeta, al ser piedra.

Cristina Rivera garza15Rivera Garza, Autobiografía del algodón, 89.

Pensar situadamente es, también, hacerlo desde las plantas de los pies. Desde el caminar de tantos cuerpos que, a lo largo de la historia, han sido desplazados por los efectos del colonialismo, del cambio climático, del terror capitalista, de la violencia patriarcal y heterosexista; desde el caminar de tantos cuerpos en busca de sus desaparecidos, en busca de justicia, en busca de paz. Cambiar nuestra perspectiva, modificar nuestra mirada, dirigirla a los pies, sacarla de la historia del arte, lanzarla más allá de los museos, orientarla transversalmente es, también, interrogarnos y perturbar nuestros modos de hacer, nuestros métodos.

Las intervenciones de Tang, Samma y Emmelhainzubicadas en contextos geográficamente lejanos, pero unidas por las marcas de pasados coloniales, por historias de cuerpos racializados, generaizados y sexualizados, por experiencias de devastación ambiental y despojo territorialdemostraron que pensar las políticas de la localización desde la práctica artística actual es un ejercicio radical: esto es, que reconoce la cepa plural de nuestro terreno, que desentierra —rememora— las raíces expandidas de tantas experiencias somáticas desbordadas. Un ejercicio situado y conectado basado, siguiendo la huella de Chela Sandoval,16Chela Sandoval, “Nuevas ciencias. Feminismo cyborg y metodología de los oprimidos,” en Otras inapropiables. Feminismos desde las fronteras, bell hooks et al. (Madrid: Traficantes de sueños, 2004), 81-106. en la conformación de redes de posicionamiento diferenciales. Un ejercicio en el que las prácticas artísticas ciertas prácticas artísticaspueden funcionar como herramientas para poner en valor las cosas de la vida, como práctias que cuestionan los límites de la supervivencia, como conversaciones lentas que van desvaneciendo el relato único y visibilizando las tramas las redesde este mundo Relación que cohabitamos.

  • 1
    Édouard Glissant, Tratado del Todo-Mundo (Barcelona: El Cobre, 2006), 20. Destacados en el original.
  • 2
    Ileana Diéguez, “Interpelando al ‘caballo académico’: por una práctica afectiva y emplazada,” Nómadas 50 (2019): 113.
  • 3
    Inés Katzenstein es directora del Instituto de Investigación Patricia Phelps de Cisneros para el Estudio del Arte de América Latina y curadora del Departamento de Drawings and Prints del MoMA.
  • 4
    Glissant, Tratado del Todo-Mundo, 23.
  • 5
    Madeline Murphy Turner es becaria del programa C-MAP para América Latina/Instituto Cisneros en MoMA.
  • 6
    La categoría de la Relación, central en el pensamiento de Édouard Glissant, es una herramienta capital para leer el mundo contemporáneo desde el Caribe. Al presentar el mundo como Relación, como estructura rizomática, errante —que se apoya además en la mecánica de la traza, en el pensamiento de la huella— Glissant propone una lectura del mundo cohabitado, frente a la idea engañosa del Uno. Véase: Édouard Glissant, Poétique de la Relation: Poétique III (París: Gallimard, 1990).
  • 7
    Glissant, Tratado del Todo-Mundo, 23.
  • 8
    Hannah Arendt, La condición humana (Barcelona: Paidós, 2005), 227.
  • 9
    Rivera Garza explica que Las huellas habitadas era el título con el que José Revueltas nombró el manuscrito fechado en 1942 (todavía en su versión de primer borrador) que finalmente se convertiría en la conocida novela El luto humano, publicada en 1943.
  • 10
    Cristina Rivera Garza, Autobiografía del algodón (Ciudad de México: Random House, 2020), 92.
  • 11
    Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra “conversación”, en una cuarta acepción hoy en desuso en esta lengua, es también sinónimo de “habitación o morada”.
  • 12
    Donna Haraway, Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza (Madrid: Cátedra, 1995), 329.
  • 13
    Hannah Arendt, La condición humana (Barcelona: Paidós, 2005), 211.
  • 14
    Este es el nombre del proyecto, de largo aliento, comenzado en 2014 por Irwan Ahmett y Tita Salina, y extendido hasta la actualidad.
  • 15
    Rivera Garza, Autobiografía del algodón, 89.
  • 16
    Chela Sandoval, “Nuevas ciencias. Feminismo cyborg y metodología de los oprimidos,” en Otras inapropiables. Feminismos desde las fronteras, bell hooks et al. (Madrid: Traficantes de sueños, 2004), 81-106.

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